lunes, 3 de agosto de 2015

Escultura encontrada en Petén refleja la veneración al jaguar en la cultura maya

Una escultura en estuco policromo, del Período Clásico Temprano de la cultura maya (250 a.C. 600 d.C.), cuestiona a los arqueólogos, quienes aún no cuentan con la información suficiente para determinar si se trata de la figura de un guerrero preparado para la batalla o un danzante ritual que simula ser un jaguar.

La pieza fue encontrada en la década de 1990, al sureste del lago Petén Itzá, Petén, cuando se cavaba un pozo. Representa a un hombre boca abajo, vestido lujosamente con piel de jaguar y ornamentos, con los brazos y la pierna derecha flexionados, en actitud de avanzar sigilosamente sobre el suelo. Se exhibe en Artecentro Graciela Andrade de Paiz, 9a. calle 8-54, zona 1 de la capital.

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

Escultura en estuco policromo de un personaje masculino, posiblemente un guerrero o danzante ritual, con máscara de jaguar. Pieza del periodo clásico temprano (250 aC - 600 dC, de las Tierras Bajas Mayas, Suroeste del lago Petén Itzá, Petén, Guatemala.

Venerado

Sea cual fuere el simbolismo de la escultura, los elementos que contiene reflejan la importancia que el jaguar, el felino más grande de América, tenía para los mayas en su vida y cosmovisión.

“Vestirse de esa forma no era disfrazarse para esconder la identidad detrás de una máscara sino para adoptar los atributos del animal representado”, explica la arqueóloga Sofía Paredes Amauri, de la Fundación La Ruta Maya, entidad que custodia la pieza mencionada.

Vestir atuendos elaborados con piel de jaguar y hasta guantes con las garras de este felino, estaba reservado a la nobleza, guerreros, sacerdotes y danzantes. No era solo un elemento suntuario, sino se creía que concedía poderes sobrenaturales, como visión nocturna, habilidad para la caza, trepar árboles, sumergirse en el agua, entrada al inframudo o habitar las cuevas.

Al jaguar se le asociaba con sacrificios de sangre por ser un depredador, y se le reconocía como deidad del sol, del inframundo y el más respetado de lo animales. Su piel moteada con rosetas café y negro representaba el cielo estrellado.

Qué es el estuco

Era una pasta de cal o yeso mezclada con un pegamento orgánico aplicada a determinada superficie para posteriormente decorarla o colorearla. El templo I o del Jaguar, en Tikal, estaba revestido de este material y ricamente coloreado y decorado en sus crestería.


 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

Máscara: el personaje se cubre la cabeza y parte de la cara con piel de jaguar.  Al frente destacan  los colmillos del felino. Deja al descubierto el área de la boca. 

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro
 
Orejeras: adornos circulares posiblemente de jade cubren las orejas delpersonaje.
 Foto Prensa Libre: Edwin Castro
 Collar: cordel  de varios hilos atado en la parte posterior del cuello, de cuentas de jade y adorno en forma de pompón elaborado de fibra vegetal.

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

Faldilla: originalmente amarilla y negra para simular la piel de jaguar.  Su uso se reservaba a gobernantes, nobles,  militares y danzantes. Consistía en una tela cuadrada doblada diagonalmente que se amarraba a la cintura y cubría las caderas.

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

Cinturón; estaba pintado de rojo y negro. Adornado con figuras de flores de cuatro pétalos, rollitos de papel o tela y borlas con flecos.

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

 Tobilleras y  brazaletes: de conchas  o piezas tubulares  de hueso o jade, usados por los danzantes para producir sonidos. En las danzas actuales se han sustituido por cascabeles.

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

 Pie derecho:  muestra el empeño de los escultores por reproducir fielmente el cuerpo humano.  Al lado, se observa el maxtlatl o taparrabo, pieza de tejido largo que se enrollaba varias veces a la cintura, se pasaba entre las piernas y se anudaba atrás. Contenían exuberantes decorados. 

 Foto Prensa Libre: Edwin Castro

Vista posterior de la estatua que destaca el manejo de la forma y posición humanas logradas por los aritstas.


Fuente: Prensa Libre: Edwin Castro