Fue un hombre rebelde a su manera, no tenía miramientos para nadie, criticaba por igual a todas las sociedades guatemaltecas.
En sus artículos de prensa siempre combinaba la crítica social, política y cultural, así como nos enriqueció en muchos de los aspectos mitológicos de nuestros documentos clásicos, nuestras mitologías, así mismo de la historia. Su ausencia será un vacío que no será fácil llenarlo.
Su ejemplo es grande y no debiéramos perderlo, sobre todo en este tiempo... Nuestros ancestros siempre fueron su seno y hoy ha ido a reunirse con ellos. Allá del otro lado de la sombra le acompaña mi pensamiento. Su recuerdo siempre estará conmigo... Adiós, amigo San Colop.
El escritor y poeta Humberto Ak'abal dice: Es de los pocos escritores mayas, particularmente de la etnia k'iche', que amó, estudió y escrutó a fondo los documentos más grandes de nuestra cultura; uno de sus grandes aportes fue el Popol Wuj. En su versión poética nos devolvió descubrimientos del verso k'iche', así mismo aclaró algunas confusiones de interpretación de versiones anteriores. Defendió con el alma y el corazón los valores de nuestra cultura maya.
Elisa Lancon, mapuche chilena, amiga de Sam Colop, escribió:
Mi homenaje de despedida mapuche para el hermano Maya que se ha ido antes que yo!!
Hoy por la prensa supe que partiste. No se si tenias prisa para reunirte con los que tanto te han querido y que tanto quisiste, sobre todo tu madre; pero si partiste fue porque así estaba ordenado.
Acá en mi cultura cuando alguien se va debemos despedirlo y pedirle que no regrese. En esta despedida hay que destacar lo mejor de ti, pero también aquello que no hiciste bien, porque esto dará la fuerza que necesitas para llegar y ser bien recibido en el otro mundo.
Para los mapuche, esta vida es un tránsito, pero la muerte es para reunirse eternamente con la tierra madre, con el cosmos, donde están los que ya partieron.
Fuiste mi gran hermano maya, gracias por habérmelo permitido. Te conocí el año 1997, allá en quito ecuador, en el congreso americanista.
Fuiste el señor de la palabra, el de la escritura. Tu pluma fue tu arma y con ella defendiste a tus hermanos. Tu pluma tuvo siempre mucha fuerza, tus palabras fueron sinceras, claras y precisas.
Lo malo de ti me cuesta saberlo ahora, tal vez fue no haber tenido mas fuerza para cuidarte fisiológicamente, para hacerte acompañar de mas personas y seguir entre nosotros.
Extrañaremos tus columnas y tus saberes.
Me decías que al partir te irías feliz llevando el Popol Wuj, entiendo que así lo harán quienes te despidan desde más cerca.
Gracias hermano, andate en paz, y no vuelvas, te lo pide tu hermana mapuche.
Küme amutuaymi nomelaken mew!
por Redacción Cultura