miércoles, 1 de julio de 2015

Las primeras culturas de Guatemala, Arqueología Mexicana índice 134


Las culturas de Guatemala

Samabaj, una isla sumergida en Atitlán

El Altiplano Central maya, Kaminaljuyú y sus vecinos

La zona de la boca costa en el Preclásico. Intercambio, interacciones y la antigua ciudad de Tak’alik Ab’aj

Cotzumalguapa, una ciudad del Clásico



Las culturas de Guatemala
Bárbara Arroyo 

El territorio guatemalteco refleja la diversidad cultural que abrigó este territorio en tiempos antiguos. Cada región –como las Tierras Bajas mayas, el Altiplano maya, la boca costa y la planicie costera del Pacífico– tiene sitios cuya jerarquía social demuestra sus grandes avances. En cada zona se dieron desarrollos que dominaron varios ecosistemas, y a la vez en todas las zonas geográficas hubo extenso contacto e interacción por medio de rutas naturales de comunicación como los ríos y pasos de montaña.

El territorio que hoy ocupa Guatemala formó parte del gran sureste mesoamericano en el que se desarrolló la gran civilización maya. También se asentaron otras poblaciones que interactuaron con grupos mayas, las cuales compartieron patrones culturales similares pero con idiomas distintos y características propias. La geografía de la región se distingue por distintos nichos ecológicos: las Tierras Bajas mayas, compuestas por suelos kársticos; el Altiplano maya, con sus bosques de pinos y encinos; la boca costa, con sus volcanes y ríos, y la planicie costera del Pacífico con suelos fértiles, ríos y ricos depósitos aluviales.

El territorio guatemalteco, diverso en su paisaje y composición geográfica, refleja la diversidad cultural que abrigó este territorio en tiempos antiguos. Cada región tiene sitios cuya jerarquía social demuestra sus grandes avances. En cada una se dieron desarrollos que dominaron varios ecosistemas, y a la vez en todas las zonas geográficas hubo extenso contacto e interacción por medio de rutas naturales de comunicación como los ríos y pasos de montaña.

Las Tierras Bajas mayas del Petén

Los habitantes de las Tierras Bajas mayas se concentraron en el norte del territorio guatemalteco, en el departamento de Petén. En su límite norte, la cuenca Mirador fue uno de los lugares más densamente poblados en los periodos Preclásico y Clásico. Los sitios del Preclásico más conocidos fueron Mirador y Nakbé, y hubo muchos otros que fueron ocupados por grupos mayas organizados de manera compleja a partir de 800 a.C., que alcanzaron su apogeo alrededor de 200 a.C.



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 Bárbara Arroyo. Arqueóloga por la Universidad de San Carlos y doctora en antropología por la Vanderbilt University. Ha trabajado en la Costa del Pacífico de México, Guatemala y El Salvador y en el Altiplano maya. Directora del Proyecto Kaminaljuyú de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala.



Samabaj, una isla sumergida en Atitlán
Sonia Medrano Busto

En 2008 inició la investigación arqueológica subacuática en Samabaj, sitio sumergido en el lago de Atitlán; el reconocimiento subacuático no ha terminado pero ya se sabe cómo era el sitio y el paisaje que el agua cubrió.
El lago de Atitlán, en el Altiplano de Guatemala, ocupa una caldera que se formó hace 65 000 años. La actividad volcánica continuó y dentro de la caldera se formaron tres volcanes que ahora son el límite sur del lago. Al observar el paisaje es difícil imaginar que hace 1 700 años era diferente, que el nivel del agua era por lo menos 25 m más bajo y en el lado sur había tres islas, una de ellas con construcciones y monumentos. Los antiguos habitantes del lago, cautivados por su entorno y encanto, construyeron un espacio público. Pero el nivel del agua subió y el sitio desapareció, para ser descubierto a finales del siglo xx y mostrarnos que la naturaleza es poderosa y dinámica. En 2008 inició la investigación arqueológica subacuática del sitio; el reconocimiento subacuático no ha terminado pero ya sabemos cómo era el sitio y el paisaje que el agua cubrió.

El buceo en el lago tiene limitaciones por la altitud, 1 560 msnm, y la temperatura del agua. Generalmente cada inmersión tuvo una duración promedio de media hora y sólo se podían realizar dos al día; el proceso para recuperar información era lento. La isla donde se construyó Samabaj es una elevación con lados empinados; el área donde se encuentran las construcciones se extiende 477 m de norte a sur, por 344 m de este a oeste, y antiguamente se encontraba a 400 m de la playa. Hasta el momento se han localizado estructuras con diferentes características: basamentos rectangulares, graderíos, estructuras circulares, bases para atracaderos y una construcción denominada Plaza Cerrada, que es un recinto destinado a usos rituales y públicos donde también se colocaron monumentos.




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 Sonia Medrano. Arqueóloga por la Universidad de San Carlos de Guatemala, con estudios de posgrado por la Universidad de Vanderbilt, Tennesse. Catedrática en la Escuela de Posgrado de la Universidad Francisco Marroquín, Guatemala.



El Altiplano Central maya, Kaminaljuyú y sus vecinos
Bárbara Arroyo 

En Guatemala, el Altiplano Central maya se caracteriza por tierras fértiles, abundante agua en la forma de manantiales y ríos que corren por los profundos barrancos que rodean el valle. Se han registrado cerca de 28 sitios en la zona, entre ellos Kaminaljuyú, Naranjo y Santa Isabel, que comparten características como monumentos lisos, cerámica de estilo similar y ubicación cercana a cuerpos de agua.

El Altiplano Central maya se ubica en el valle central de Guatemala. Se caracteriza por tierras fértiles, abundante agua en la forma de manantiales y ríos que corren por los profundos barrancos que rodean el valle. Esto favoreció en la antigüedad la preferencia para establecerse en este lugar.

Edwin Shook fue uno de los arqueólogos pioneros en realizar recorridos y excavaciones en esa zona, e identificó 28 sitios en el valle y alrededores, entre ellos Kaminaljuyú, Naranjo y Santa Isabel. Desafortunadamente, debido al crecimiento urbano, sólo se tiene información de la historia de algunos de ellos. Sin embargo, todos tuvieron monumentos lisos, cerámica de estilo similar y se asentaron cerca de cuerpos de agua en el Pre- clásico.
Naranjo
El sitio de Naranjo se ubica a sólo tres kilómetros al norte de Kaminaljuyú (fig. 1), y su ocupación tuvo lugar entre 800 y 500 a.C.A pesar de la gran densidad de su población, no fue ocupado posteriormente, a excepción de alguna actividad ritual en el Clásico Tardío. Tal situación permitió investigarlo a fondo antes del desarrollo urbanístico moderno. Se demostró que el sitio fue un importante centro regional en el Preclásico Medio, también utilizado como lugar de peregrinaje.

 

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Bárbara Arroyo. Arqueóloga por la Universidad de San Carlos y doctora en antropología por la Vanderbilt University. Ha trabajado en la Costa del Pacífico de México, Guatemala y El Salvador y en el Altiplano Maya. Directora del Proyecto Kaminaljuyú, Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural de Guatemala.




 
La zona de la boca costa en el Preclásico.
Intercambio,interacciones y la antigua ciudad de Tak’alik Ab’aj
Christa Schieber de Lavarreda 

La boca costa del Pacífico en Centroamérica es un corredor natural de comunicación propicio para el intercambio comercial y cultural, lo cual dio lugar al desarrollo de una de las zonas culturales más tempranas y con mayor diversidad de Mesoamérica. La antigua ciudad de Tak’alik Ab’aj es un ejemplo del rico espectro cultural de la región.
  La estrecha franja que une a las partes de América del Norte y del Sur, denominada Centroamérica, está marcada por la cordillera centroamericana que corre como columna vertebral a lo largo del litoral del Pacífico. Paralelo a ella se desplaza el característico paisaje de la boca costa, fértiles laderas de esta cadena volcánica que descienden hacia la planicie del mar. El paisaje, a media altura de estas laderas (aproximadamente 600 msnm), donde los ríos no son tan anchos ni las montañas y barrancos tan pronunciados que impidan cruzarlos, representa la ruta de paso más fácil para el desplazamiento humano desde el inicio de la historia mesoamericana hasta la actualidad.

Hace 2 700 años pasaban los mercaderes en viajes de semanas, custodiados siempre a su paso por las ceibas, y por el espectáculo del horizonte zigzagueante de la cadena volcánica –detrás del cual aparece el sol en las mañanas–, y por la planicie costera, en cuya línea se hunde al anochecer en el mar. Esta ruta del Preclásico es como un collar de cuentas, con las ciudades situadas aproximadamente a cada 45 km (trayecto que se puede recorrer a pie en un día), formando parte de un elaborado sistema de intercambio a larga distancia, el cual pasaba por diversos pueblos y fronteras culturales, desde El Salvador hasta Chiapas, cruzaba el istmo de Tehuantepec, hasta llegar al Golfo de México.


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Christa Ilse Schieber Göhring de Lavarreda. Arqueóloga, encargada del programa de investigación del Parque Arqueológico Nacional Tak’alik Ab’aj. Especialista en arqueología de la zona de la boca costa del litoral del Pacífico, y en el estudio y la conservación de la arquitectura de barro, la escultura y el arte lapidario del Preclásico.


Cotzumalguapa, una ciudad del Clásico
Oswaldo Chinchilla Mazariegos


Gruesas capas de suelos ocultan a la vista los restos arquitectónicos de Cotzumalguapa, ciudad del Clásico, con excepción de los más prominentes, que se concentran en tres conjuntos: El Baúl, El Castillo y Bilbao. También yacen ocultas las calzadas que comunicaban entre sí estos conjuntos, que se extendían hacia los sectores habitacionales aledaños y formaban una compleja red de vías de comunicación.

A la sombra humeante del volcán de Fuego –uno de los conos más activos del continente americano– se extiende una de las zonas arqueológicas más grandes e importantes de Guatemala. Los restos de Cotzumalguapa, ciudad del Clásico, yacen bajo los campos cultivados con caña de azúcar y hule, bajo el asfalto de las calles, y bajo las casas de las colonias que amenazan con destruir lo que queda de ella. Periódicamente, los discos de los arados chocan con esculturas de gran tamaño –que forman uno de los conjuntos monumentales más distintivos de la antigua Mesoamérica–, dejando feas cicatrices sobre los relieves. No obstante su importancia, la zona arqueológica carece de protección alguna y se encuentra expuesta a los embates del clima, la agricultura intensiva y el vandalismo.

No será la primera vez que la actividad humana en esta localidad destruya los restos del pasado. La actividad constructiva del Clásico cubrió hasta hacer casi invisibles los estadios de ocupación anteriores, que se remontan hasta el Preclásico Medio. Las esculturas monumentales hacen evidente el desarrollo de jerarquías políticas durante el Preclásico Tardío, y la participación de los escultores de Cotzumalguapa en amplias redes de interacción estilística y de escritura, que abarcaban la costa del Pacífico y el valle de Guatemala. La Estela 1 de El Baúl presenta una fecha de cuenta larga del año 37 d.C., y tuvo una de las inscripciones más largas de su época en Mesoamérica, ahora ilegible.

Tras un periodo de poca actividad durante el Clásico Temprano, Cotzumalguapa resurgió con fuerza a partir de 650 d.C. El auge de Cotzumalguapa coincidió aproximadamente con el abandono de Montana, un gran centro regional situado cerca del litoral del Pacífico, que fue el foco de la presencia teotihuacana en Escuintla. Durante el Clásico Tardío, Cotzumalguapa fue la ciudad más grande e influyente del sur de Guatemala. Su preponderancia se percibe en su estilo escultórico, cuyos ejemplos se encuentran distribuidos a lo largo de la costa del Pacífico y el Altiplano Central. Por motivos que se desconocen, Cotzumalguapa decayó hacia 950 d.C.



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Oswaldo Chinchilla Mazariegos. Arqueólogo, profesor en la Universidad de Yale. Se especializa en la arqueología de la costa del Pacífico de Guatemala y en el estudio de la religión, el arte y los sistemas de escritura de Mesoamérica. Autor de Cotzumalguapa, la ciudad arqueológica: El Baúl, Bilbao, El Castillo (2012), e Imágenes de la mitología maya (2011).



La tumba real del Templo XVIII-A de Palenque, Chiapas
Lourdes Rocío Couoh Hernández, Martha Cuevas García 

En el Templo XVIII-A de Palenque se localizó un recinto funerario (tumba III) con dos esqueletos depositados directamente sobre el suelo: el principal era un importante miembro de la elite gobernante –con una suntuosa ofrenda (máscara de cinturón hecha de jadeíta y concha nácar, orejeras también de jadeíta, hachuelas de caliza y vasijas de barro)–, y el segundo corresponde a una mujer que perteneció a un estrato social más bajo.

En 1957 fue descubierta una tumba real, cuando el equipo dirigido por Alberto Ruz Lhuillier exploraba el Templo XVIII-A, ubicado al sur del Grupo de las Cruces, el área ceremonial más importante de P
lenque. Ese templo fue de los primeros que se investigaron
dentro del conjunto arquitectónico conocido como Acrópolis Sur, donde se encuentran otros inmuebles importantes, como los templos XVIII, XIX, XX y XXI. Los dos entierros localizados dentro de esa tumba han sido motivo de un reciente estudio bioarqueológico (Couoh, 2013), de cuyos resultados daremos cuenta aquí.

Dentro del recinto funerario –llamado tumba III
por Ruz– se encontraron
dos esqueletos depositados directamente sobre el suelo:
el principal fue un importante miembro de la elite gobernante, y
el segundo corresponde a una mujer que perteneció a un estrato social más bajo. Una de las características más sobresalientes de la cámara funeraria es la antigüedad que le asignó Robert Rands (2004, p. 3), a partir de la cronología de la ofrenda cerámica, dentro del Clásico Temprano (400-600 d.C.). Así, se trata de la tumba real más temprana encontrada en Palenque, aunque en nuestras investigaciones recientes, el análisis por radiocarbono del gobernante arrojó fechas absolutas aún más tempranas: 250-420 d.C. (LTL12759A:1696 ±30 AP).


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Lourdes Couoh Hernández. Antropóloga física por la enah y doctora en antropología por la unam. Martha Cuevas García. Arqueóloga por la enah y doctora en estudios mesoamericanos por la unam. Investigadora del inah.