sábado, 3 de septiembre de 2011

Rebeliones Indígenas - Arqueología Mexicana







Edición de Arqueología Mexicana, Rebeliones Indígenas

Saludos.
El Mayista

Los temas relacionados con la cultura Maya son:

Los mayas: de Canek al EZLN
Las lágrimas de los indios,la justicia de Dios. La resistencia armada maya
La Guerra de Castas. Península de Yucatán (1847-1901)



enseguida el índice de la revista:

Cuahutemoc
Los mayas: de Canek al EZLN
Azcapotzalco y Tenochtitlan
Nuevo México


Además

Nuevos hallazgos olmecas en Morelos
El muro de serpientes del Templo Mayor
Sabor prehispánico: la comida otomí actual
Los pioneros de la arqueología huasteca



Las lágrimas de los indios, la justicia de Dios.
La resistencia armada Maya

Mario Humberto Ruz


Foto: secretaría de turismo

Alrededor de 1552, tras la rebelión maya de 1546, la orden franciscana fundó, al sureste de la plaza principal de Valladolid, el convento de San Bernardino de Siena.

Si bien la resistencia cotidiana fue la más común en el mundo maya a lo largo del periodo colonial, cuando la explotación a manos de los españoles y sus descendientes alcanzaba niveles francamente intolerables, o los dominadores emprendían acciones que atentaban contra los pilares del sustrato cultural maya, éstos no dudaban en recurrir a las armas. De ello dan cuenta más de un centenar de pueblos involucrados en levantamientos registrados durante los tres siglos de dominación hispana, en especial en Chiapas, Yucatán y Guatemala.

Noviembre de 1546: Valladolid, la primicia


Apenas apareció la luna llena, comenzó el ataque. Comandados por los cupules de la antigua Sací, rebautizada como Valladolid, los mayas de las provincias de Sotuta, Ah Kin Chel, Cochuah y Calotmul se alzaron en noviembre de 1546 contra los españoles y sus familias, ultimándolos. De paso, mataron a centenas de indios “traidores” que habían aceptado servirles, así como a los perros y gatos que profanaban con huellas nuevas las tierras del Mayab, y finalmente arrancaron de cuajo los “árboles de Castilla”, en un denodado esfuerzo por erradicar de una vez y para siempre toda traza de los detestados invasores.
Aunque el levantamiento destacó por la violencia de ambos bandos (la represión fue brutal), no fue el único que estremeció al mundo maya colonial. Entre rebeliones, motines, tumultos, conjuras y alzamientos, los brotes de resistencia armada lo suficientemente importantes como para haber dejado huella en los archivos superan el centenar de pueblos involucrados.
La gran mayoría surgió como respuesta al incremento en la explotación económica y laboral por parte de los hispanos o los criollos; explotación que en ciertos periodos y bajo determinados funcionarios civiles y hasta eclesiásticos alcanzó niveles intolerables, en especial cuando aumentaban los tributos o se exigían contribuciones extraordinarias (“derramas”) para sufragar tal o cual necesidad económica de la corona o de las instancias de gobierno locales. Pero ciertos movimientos comenzaron por otras causas. Así, pueblos hubo que se rebelaran porque su cura pretendía cortar la ceiba que señoreaba las plazas centrales (símbolo de particular importancia, pues representaba el axis mundi del cosmos maya), o porque se les prohibía ejecutar ciertas danzas (cuyo profundo contenido ritual no escapaba a los españoles).
Con independencia del motivo que los animase, por lo común se trató de movimientos circunscritos en extensión y temporalidad, y cuya falta de estructuración facilitó su rápido sojuzgamiento. De hecho, la resistencia fundamental se daba en otros frentes de la vida cotidiana, y comprendía un inmenso abanico de estrategias, que podían cambiar dependiendo del momento y el adversario.


TEXTO COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA





La Guerra de Castas Península de Yucatán (1847-1901)
María del Carmen Valverde Valdés


Digitalización: Raíces

Después de la Independencia, los levantamientos armados en el área maya fueron frecuentes. El más importante de ellos, conocido como Guerra de Castas, que duró poco más de 50 años, inició en 1847 cuando el líder indígena Cecilio Chí tomó la población de Tepich en el actual estado de Quintana Roo. Acuarela anónima del siglo XIX que recrea un combate de la Guerra de Castas. Museo del Pueblo Maya, Dzibilchaltún, Yucatán. Tomado de: Saastun, 3, 1997.


Podemos decir que de todos los movimientos de insurrección indígena, la Guerra de Castas en la península de Yucatán no sólo ha sido el que se ha prolongado por más tiempo sino también, desde diversos ángulos, fue el que logró mantener una amenaza real al orden establecido, e incluso por momentos estuvo cerca de la victoria.

Después de la Independencia nacional, en que cambian el sistema y las bases políticas impuestas tres siglos atrás por la estructura colonial, el área maya fue testigo de recurrentes levantamientos armados. El que ahora nos ocupa se extendió prácticamente por toda la península de Yucatán y duró más de 50 años.

Desde los hechos históricos hasta la ficción, múltiples obras, trabajos académicos, investigaciones particulares, así como testimonios directos e indirectos, así como la huella que de la sublevación quedó en el imaginario colectivo de la región, nos hablan de su relevancia. Ante la imposibilidad de abarcarlo todo, en este artículo pretendemos dar una visión general de los acontecimientos tomando como base algunas de estas aproximaciones.

Una rebelión sui generis

Esta sublevación presenta características peculiares. En primera instancia, mientras que otros alzamientos fueron sofocados relativamente con rapidez o incluso en unos cuantos días, éste duró más de medio siglo, periodo en que los mayas que habitaban la parte oriental de Yucatán resistieron todos los intentos de pacificación; además, sus bases siguen vivas hoy en día.

Este hecho lo convierte en uno de los acontecimientos históricos más complejos de su género. Aunado a sus implicaciones políticas, económicas y sociales, a lo largo de los años los elementos religiosos del levantamiento, centrados fundamentalmente en torno al culto de la “Cruz Parlante”, se organizaron en una nueva iglesia maya, con su culto y su ritual propios, y a la fecha no se puede separar la importancia religiosa de este culto, de su aspecto combativo y de resistencia.

Por otro lado, la misma denominación del levantamiento como “Guerra de Castas” presenta problemas, ya que reduce el conflicto al enfrentamiento entre dos grupos raciales antagónicos, “los indios” y “los blancos”, cuando la realidad, evidentemente mucho más compleja, rebasa con creces esta visión simplista. A lo largo de los años los mayas sublevados, autodenominados macehuales, y conocidos por algunos como cruzoob (por ser “los que combaten por la cruz”), no formaron un bloque homogéneo.

El movimiento se fraccionó, se reestructuró y se recompuso varias veces, con distintos líderes a la cabeza, quienes en ocasiones dieron golpes de Estado para después ser asesinados por los “blancos” o por los cabecillas rebeldes siguientes.



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El levantamiento zapatista de 1994
Marco Estrada Saavedra


Foto: Víctor Camacho/Archivo de Imágenes de La Jornada

Integrantes de las bases de apoyo del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional entonan el himno zapatista en la celebración del undécimo aniversario del levantamiento armado. Caracol Corazón Céntrico de los Zapatistas delante del Mundo. “Municipio Autónomo de Oventic”, Chiapas. Foto: 2004.



Debido tanto a la necesidad de asegurar la cohesión, el control y la coordinación de las bases de apoyo, como a las exigencias de la estrategia política del ezln tras el levantamiento de 1994, se requirieron nuevas formas regionales de organización política para establecer una autonomía de facto en los territorios “controlados” por los rebeldes.


En la fecha en que el gobierno federal se disponía a celebrar la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en la madrugada del 1° de enero de 1994, los insurgentes del Ejército de Liberación Nacional (EZLN) tomaron por las armas cinco cabeceras municipales del estado de Chiapas: San Cristóbal de las Casa, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo y Chanal.

Los “zapatistas”, como serían conocidos públicamente, provenían de los pueblos tzeltal, tzotzil, chol y tojolabal, todos ellos de la familia maya. Aunque su objetivo último consistió en la transformación revolucionaria de México en una república socialista, los rebeldes demandaron entonces “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.

Como respuesta, el gobierno federal envió al ejército a sofocar la rebelión. Los combates entre ambas fuerzas duraron 11 días. A partir del 12 de ese mismo mes el gobierno mexicano y el EZLN iniciarían acercamientos con el fin de buscar solucionar el conflicto por la vía del diálogo. Solución, hay que decirlo, que no se ha logrado todavía.



Los orígenes y la organización civil del zapatismo

Los orígenes político-militares del Ejército Zapatista de Liberación Nacional se encuentran en las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), una organización clandestina formada a finales de los años sesenta en el norte de México, que, inspiradas en la revolución cubana, organizaron una lucha guerrillera con el fin de lograr la construcción del socialismo en México. Sin embargo, las FLN fueron prácticamente aniquiladas por el gobierno federal a principios de los setenta. Sus sobrevivientes lograron reorganizarse e instalarse en 1983 en Chiapas, particularmente en los Altos, el Norte y la Selva Lacandona, persiguiendo los mismos objetivos. Para alcanzarlos, formaron el EZLN y una base social que lo sostuviera.

En efecto, las “bases de apoyo zapatistas” no son otra cosa que el conjunto de comunidades y grupos indígenas civiles que, en su momento, aceptaron colaborar en el proyecto revolucionario insurgente.En la selva, su historia es la misma que la de los ex peones acasillados, quienes, tras abandonar o ser expulsados de las fincas desde mediados de los treinta del siglo pasado y en adelante, empezaron a colonizar este territorio formando ejidos.

A partir de entonces, éstos serían el centro de su vida social, religiosa, económica y política, que a lo largo de varias décadas fueron construyendo identidades e intereses comunes, así como lazos de cooperación regionales gracias a su participación en la pastoral y catequesis de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y a la formación de organizaciones campesinas independientes.

TEXTO COMPLETO EN LA EDICIÓN IMPRESA




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